Lo ocurrido tiene consecuencias inmediatas. Ni este Gobierno, ni el francés, bajaron la guardia de la persecución policial de ETA durante el alto el fuego, pero ahora habrá que extremar la alerta ante cualquier tipo de violencia callejera. El acercamiento de los presos, una de las medidas que reclamaba el nacionalismo vasco para afianzar el proceso, parece ahora impensable. La mesa de partidos se anuncia más lejana que nunca, y Batasuna difícilmente podrá presentarse a las municipales de mayo con la actitud exhibida por su líder, Arnaldo Otegi, en las horas posteriores al atentado de Madrid. Su pretendido intento de que la política fuera tomando protagonismo frente a la violencia ha quedado sepultado en el aparcamiento de la T-4, junto a esos dos ciudadanos desaparecidos que todavía ayer eran buscados por los bomberos.
Léa completa la editorial
1 comment:
Good post.
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